Reconozcamos que hemos ido dejando en
manos de los políticos la gestión de casi la totalidad de las cuestiones
sociales y que la ciudadanía, en general, en los últimos tiempos,
manifestábamos un gran desinterés ante lo que es la "cosa pública" y nos
ocupábamos, más bien, en nuestros objetivos personales o de pequeño
grupo. Pero la crisis ha hecho que muchos caigamos en la cuenta de que
numerosos aspectos de la vida diaria tienen que ver con las decisiones
que se toman en las altas esferas de la política o la economía. Por este
motivo, los cristianos, y demás ciudadanos responsables, nunca
deberíamos pasar de política, sin más. Otra cosa bien distinta es qué
posición tome cada dentro de una legítima pluralidad.
Además, el ejercicio de la política, que tiene por objetivo el
desarrollo del ser humano en toda su integridad, es para los creyentes
una excelente expresión de la caridad. La responsabilidad política,
cuando es dignamente ejercida, es para los cristianos una tarea
especialmente noble y admirable. Por eso, no es extraño que el V
Congreso Teológico-Pastoral, celebrado en Cáceres, abordara este tema
entre otros. Pero, ¿cómo podría situarse activamente un cristiano en un
partido político? Debería tener una postura humanizadora, cuando se
caiga en el burocratismo; de honrado servicio al bien común, si el
partido busca tan sólo sus intereses particulares; de actitud crítica y
relativizadora cuando el partido se cierre en dogmatismos, y con un
sentido utópico que nace de la Fe, si el partido cae en la vulgaridad y
la inercia.
Y cuando un cristiano llega al gobierno debería poner en el centro de
sus decisiones la dignidad de todas las personas y trabajar
constantemente para que todos, y de modo especial los más vulnerables,
alcancen una calidad de vida auténticamente humana.
Jesús Moreno Ramos (sacerdote y sociólogo) 20/05/2013
(Del Periódico Extremadura)
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